Sí, a mí me pueden decir que el cerebro, que el ojo, que la imaginación y las neuronas, que el hipotálamo, el córtex, la mielina, la neurotransmisión, la sinapsis y el canal, que la médula y esto otro...
¿Somos acaso un camino? ¿Estamos compuestos por autopistas internas, con diversas ciudades, en donde ahí dentro viven los buenos y los malos, los útiles de los inútiles, lo conocido de lo desconocido? ¿Hasta dónde puede llegar nuestra imaginación, las ganas de saberlo todo, de justificarlo todo, incluso el más mínimo detalle, del que sabemos la nada misma?
(Negro)
El apacible momento de silencio, de colores y suposiciones, quietas, como flotantes en un río, amansado por nuestros propios movimientos. Un río suave, calmo y silencioso...
(Burbujas suben y bajan...)
Y al mismo tiempo hay un bombeo, ese que nos recuerda que tenemos piernas, que allí están, a pesar de todo, igual de expectantes que nosotros, sí, ellas son tú. Ese bombeo empieza en el pecho, en el corazón. Después se dirige a todos lados, envolvente. Incluso hasta la punta de los dedos o del pelo, el más ínfimo pelo...
Lo escribo para recordarlo, para tenerlo conmigo. Diógenes de las palabras e imágenes. Coleccionar, juntar, reunir, UNIR. UNIÓN. Soy una especie de puzzle, que alguna vez estuvo entero. Alguna vez, en algún momento, todas esas partes, todos esos pedazos, estuvieron juntos. FUIMOS UNO. Y esos fueron a su vez un UNO. Esos eran:
- Nariz
- Ojo
- Pelo
- Boca
- Ceja
- Uña
- Pierna
- Cuello
- Brazo
- Pantorilla
- Espalda
- Oreja
- Dientes
- Pestaña
- Talón
- Dedos
- ... y ya no sé qué más.
Todo eso alguna vez fue una gran silueta. Algo como nuestra sombra, como si eso estuviera completo.
Escucho todo lo que surge de esta casa, la pieza, también memorizo los sonidos. Ellos tienen momentos del día. El reloj, que cuando cierro los ojos, se vuelve dueño del tiempo y lo ralentiza a su antojo. El sonido golpea mi cabeza y la hace mucho más lenta, más dócil, más congelada en un momento de contemplación con el espacio.
Lo único que hago es describir lo que siento, ahora, en el presente, estoy acá, escucho y vivo aquí, AHORA, no quiero mencionar nada que no esté aquí mismo, en eso que llaman el hemisferio derecho. Y las palabras se hacen en este lugar, surgen como si no pudiera dominarlas, aletargadas e incomprensibles, se mezclan con lo lejano, un sonar de teléfono, una chica que pregunta por una olla. Y yo sin poder contestar ese teléfono, que ya termina de sonar y yo sigo aquí. Debo pausar, mi brazo ya está exhausto, no entiendo nada de los garabatos que acá se emiten. El brazo ha salido de mi cuerpo, es independiente, quizás eso quiere, independencia... ¿no entiende acaso, que la queremos todos?
Pausa.